Mundo y Papa

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Para mi amigo Melo, que lee

Permítanme el ejercicio de personalizar, que puede ser útil. No sé ya cuánto caso hace hoy la gente al Papa. Hubo otro tiempo, ya remoto en que la autoridad Papal incluso delineaba, en el mapa mundi las jurisdicciones imperiales…. Lo que sé, es que hace mucha falta una nueva autoridad moral supranacional, porque ya desde hace un rato, el mundo parece caminar en dirección inversa a la civilización, que -nos recuerda Mujica- es la solidaridad intergeneracional, y tendría que estar claro que vamos rebotando en nacionalismos de baratija y demagogia, hacia una nueva barbarie.

No deja de darme un poquito de vergüenza, por la infinitésima parte de responsabilidad que me corresponda como ciudadano del planeta. Desde dos años atrás, se había celebrado la primera Asamblea de NNUU, cuando nací en  1948 en Honduras, había caído la dictadura de Carías y se vislumbraba un nuevo rumbo. En Centroamérica se escenificaba una primavera política, social y cultural: democratización e integración. En EUA, Truman que les había ganado a los republicanos (y aunque ya había signos de la CIA y la Guerra Fría) implementó el Plan Marshall, uno de los gestos más inteligentes de politica internacional de la historia moderna, mientras se ayudaba más discretamente a Japón. Los juicios de Nuremberg establecieron que los derechos humanos estaban por encima de las pretendidas prerrogativas nacionales, se pasó sentencia final a los criminales de guerra nazi. Y se estabilizó por entonces la confrontación entre los ex aliados victoriosos.

El régimen de Stalin empezó a ceder el poder que el deshielo de Khrushchev le terminaría de quitar, al morir. Estaba por culminar la revolución China y la toma del poder de Mao que expulsó del continente a las fuerzas nacionalistas vinculadas con los nazi desde los 30s. Se detenía también, cuatro años después, hacia 1953 la terrible guerra en Corea. Pero incluso desde antes, se trituraban y fundían armas ligeras y se hundían submarinos y lanchas en los fiordos y costas remotas para prevenir más guerra. Y hasta fines del siglo pasado, cuando ya se había superado Mai Lai y derrumbado el muro  de Berlín, quedaban signos positivos y seguíamos manteniendo cierto  optimismo. La cooperación y la jurisdicción internacional avanzaban y prevalecían. El nacionalismo extremista, bélico y autoritario estaba derrotado y parecía ir de salida para siempre.

Hoy, está de regreso en todas partes. En América Latina hay un par de países en que ha tomado el poder la derecha extrema y otro par en donde hay regímenes de extrema izquierda que se aíslan de sus vecinos.  Una derecha populista y ultranacionalista ha tomado el poder en EUA, y ya es prevalente en Europa, en donde se niega la historia, para no tener que disculparse por sus crímenes, y aun cerca al corazón más fuerte del viejo continente: Francia, Alemania y el Reino Unido.

Ello supone polarización alrededor del mundo e  incontinentemente, la conflictividad mundial crece… En varios antiguos centros civilizatorios, diferentes bandos políticos parecen incapaces de escucharse en el centro, de modo que se fortalecen los extremos. Las clases políticas hipócritas de Europa, se desgarran las vestiduras por la invasión rusa para proteger a una población rusa atropellada por el nuevo nazismo ucraniano (¡que el viejo ya dejó historia!), y prevenir el emplazamiento de cohetes con ojivas nucleares a 7 minutos de Moscú; pero ¿en cambio apoyan la politica etnocida que empuja a la guerra de tierra arrasada y el exterminio por hambre del palestino? Hubo recién confrontación bélica entre dos países con armas nucleares,  la India nacionalista y un Pakistán poseído por radicalismo islámico y militar. Y se habla abiertamente de ¡guerra de EUA con China! ¡Por el comercio o por Taiwán! ¡Por unos yermos helados; entre China e India! ¡Ocho guerras activas, más ocho amenazas! ¡Por nacionalismos extremistas!

Y entonces, el Papa, ¿qué? Pues es raro, pero masas de gente salen a recibir y aclamar a los papas que viajan a cualquier continente que vayan. Y no ha terminado de decirse mucho sobre ¿quién es Leo XIV? Bob Prevost: un dago, decían, de italiano y creole, allá en Nueva Orleans. De donde -con el jazz y la Gran Migración– sus ascendientes migraron a Chicago, ¿huyendo de la discriminación?  (A inicios de los 60s, yo estudiaba en el Colegio de la Santa Cruz que, aun siendo católico no aceptaba alumnos negros, en ese viejo puerto del Sur. Me amisté  con un compañero de ascendencia italiana, insisto, dago, nombre peyorativo para los residentes de su comunidad, en una zona al Oeste de Los Jardines, colindando con el Rio, y me enamorisqué de su hermana.)

Robert Francis Prevost nació ya en Chicago, en el Mercy Hospital, 25th Calle y Avenida Prairie,  en 1955 y en una circunstancia sin embargo parecida. Hijo menor de Louis Prevost maestro y de Mildred Martínez bibliotecaria de colegios locales. Con el ingreso de ambos, su familia se desplazó aún más al Sur de la Ciudad Ventosa, siempre a barrio obrero, pero a un desarrollo de casas nuevas de ladrillo para familias grandes, mayormente de migrantes afro y latinos -por lo que quizá se le facilitó luego a Robert aprender el español y el italiano- donde valía $45 la hipoteca amortizada.

Asistió ahí Bobby a la iglesia parroquial de Sta. María de la Asunción, en Riversdale, raya de Dolton, donde luego fue monaguillo y líder del coro, y fue  a la Escuela de la parroquia antes que, al Mount Carmel Elementary, donde su padre fue director, ¡con un alumnado ya  pintado de parroquianos negros y latinos!  (Este es un papa ¡que parece medio blanco, pero de repente es cuarterón sutil! Multirracial. Cholo dicen en el Perú, aunque blanqueado, en Chile dicen morocho. Pluricultural, poliglota y aun cosmopolita, como solo puede ser el mestizo). ¡Como el de Hipona!

Siguió como interno, en el muy prestigioso y casi elitista  Seminario de St. Agustine High School, junto al Lago, en Holland, Michigan. De donde salió en 1973 y  se apuntó con los Agustinos para iniciar su formación de sacerdote y estudiar una licenciatura en matemáticas. Se graduó de ahí a enseñar esa ciencia por un corto tiempo en los mismos colegios católicos del vecindario como Mendel College… en cuya biblioteca trabajaba su madre. En esa comunidad de obreros que desaparecería con la desindustrialización, quedándose la gente sin trabajo, lista para votar por D.T.

Pero le dio la espalda a la oportunidad de estudiar en Harvard, Leyes, oficio de mucho lucro,  para tomar otro rumbo, y se trasladó a Roma en 1982 para de ordenarse sacerdote en el Colegio Agustiniano de Santa Mónica, y para acceder a su licenciatura en 1984, con una tesis titulada «El rol del prior local en la Orden de San Agustín»,  y luego iniciar sus estudios en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino, llamada el Angelicum. 

Todo esto -es raro- al mismo tiempo que viajaba a misionar al Perú en 1985, sirviendo desde un año después como canciller de la diócesis de Chulucanas y vicario de la catedral, treintañero. Donde aparece en las fotografías todavía castaño, a veces con, y otras sin hábito, como misionero moderno; con solo una cruz colgada al medio pecho, y con una sonrisa bonita cuando los feligreses  le advertían que lo iban a fotografiar. Y pronto se va a las comunidades indígenas más pobres, a aprender sus lenguas, para ser un día, buen cura de indios. Esa fue su época de formación más densa, y la combinación de formación académica y labor pastoral integradas marcó profundamente su primera trayectoria. Completó su doctorado en Roma en 1987 y regresó a su misión. A difundir la Buena Nueva en tierras de supuestos católicos, indios cristianizados  a medias y ladinos paganos.

Casi treinta años después, en 2015, lo llamó su tocayo Francisco y lo nombró  a Robert, Obispo de Chiclayo (La escucha, la presencia y el servicio… el lema que escogió RFP para su escudo). Ciertamente un sitio remoto como suena, allá en el Norte extremo de Perú, entre la mar y el desierto (lugar caluroso, como mi pueblo) que hace unos años recibió título de Capital de la amistad, por el espíritu de sus habitantes cholos y mestizos. Va a poner a la gente a hablar; va a escuchar, comprometiéndose a estar ahí cuando lo necesiten, para servir y resolver problema ingentes. 

Ahí Bob echó pancita, recordando sus orígenes, como la buena comida de Chicago (arroz con chile, sopa de olla), comiendo arroz con pato, seco de cabrito, locro de zapallo, ají de gallina y chinguirito. Y desde Chiclayo, hacía recorridos semanales a las comunidades remotas, indígenas y afroperuanas sobre la costa y en los cortos valles fértiles, una geografía de antiguo asentamiento y civilización. Geografía mágica en donde vive con carta de legitimidad el curanderismo, que sustituye la falta de médicos, y tiene prestigio el chamán, en cuyos mercados se venden las hierbas que curan o alivian, los amuletos para conseguir amor, salud y dinero, y los objetos rituales no consagrados para mantenerse cerca del poder ultraterreno, sin concederle monopolio al cura.

También allí aprendió Bob a defender  a las comunidades amenazadas por el extractivismo, otra barbarie, y luego a entablar diálogos para la convivencia respetuosa de la comunidad con la economía mercantil, que también beneficia a los vecinos. Desde esa sede denunció la corrupción oficial y la pobreza estructural, trampa de la que nadie escapa, si no hay política para abrirla. Predicó y ensenó a sus propios curas la sensibilidad cultural y el pluralismo religioso, para convivir también con otras tradiciones, alguna más antigua que la cristiandad, sin abdicar de la identidad católica, sin perder nada del propio ser en el respeto al otro, en el pluralismo en que hay que escucharnos; como cura de indios, y luego como Obispo en tierra de indio conquistado, de negro criollo, de cholo sin arraigo. A predicar contra la opresión, verdad, unidad, caridad, y servicio.

Enfrentó la crisis del COVID, organizando a la gente para ayudarse y sobrevivir, juntos, que es como se puede. Y después, a la crisis de las inundaciones que trae la Corriente recalentada del Océano de modo que, semanas antes de ser de nuevo llevado a Roma, organizó la campaña para alivio de damnificados en la Provincia, la auto ayuda de los pueblos, que con otros no cuentas.

En el 2023, preocupado por la Paz, satisfecho Francisco de lo que escuchaba y en el marco de su programa de Reforma de la Curia, llamó a Robert Prevost para asumir El Dicasterio para los Obispos, la entidad que administra las diócesis propone candidatos para el episcopado, tras un proceso de consultas para identificar hombres con virtudes, compromiso y valentía.  Además de proponer nuevas diócesis, provincias y regiones; dividirlas, unirlas y reorganizarlas después de consultar a las Conferencias Episcopales interesadas, así como (proponer) prelaturas. Cuando sus pares lo eligieron el segundo día, por consenso, dijo que sería León XIV.

Entonces: ¡un papa que se preocupará por la paz y por los pueblos de tres continentes! Que peleará por ellos, con la fuerza del León. Más cosmopolita que su padrino. En realidad, extraordinario, matemático, educador, misionero, académico, pastor, administrador. Un papa que sabe dónde tiene que estar, comprometido con la integración social, con la justicia para los pobres y discriminados, y con el entendimiento entre naciones y entre gente de distintas culturas. Estadounidense, pero de manera definitiva NO nacionalista, igualmente peruano, y ahora jefe de estado. Un Papa que va a defender a los migrantes, pues recuerda que proviene de ellos, que entiende a las comunidades, porque se crio en una comunidad, escogió vivir en comunidad, trabajó con las comunidades, y entiende la desigualdad, no porque haya leído, sino porque la vio desde niño en un país que lo discriminaba, de grande, en el país que le mandaron a evangelizar, porque ha visto con sus ojos cómo… engendra vicio y desperdicia talento. ¿Será que semejante Papa no puede hacer nada por nosotros, aunque sea rezar! ¿Que no tendrá arte para ayudar, en este triste siglo de discordias!

Seúl 15 de mayo de 2025

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